Si alguna vez has tenido la leve sospecha de que tu teléfono podría estar escuchando lo que dices u observándote, puede que no estés tan equivocado del todo, ya que una investigación sugiere que no eres un “paranoico”.
Investigadores de la Universidad de Northwestern pasaron un año investigando y analizando qué aplicaciones de los smartphones registran sin permiso del usuario sus conversaciones para enviar los datos recabados a los anunciantes.
Con 10 teléfonos Android, los investigadores utilizaron un programa automatizado para interactuar con cada una de esas aplicaciones y luego analizaron el tráfico generado.
Los resultados del estudio indicaron que tu teléfono no te está escuchando, más bien te está observando.
Los investigadores indicaron que ciertas apps de teléfonos inteligentes graban secuencias de vídeo de las pantallas, toman capturas de pantalla de nuestra actividad y luego pasan la información recabada a terceros.
De las 17,260 aplicaciones que examinaron los investigadores, más de 9,000 tenían permiso para acceder a la cámara y el micrófono, y otras 8,000 enviaban información directamente, por lo tanto, estas apps tienen la posibilidad de escuchar y ver lo que hace el propietario del teléfono, guardar esa información, empaquetarla y enviarla a un tercero.
Para ejemplificar este proceso, los investigadores utilizaron la app de entrega de comida GoPuff, mientras analizaban cómo la información generada por la interacción con el teléfono fue grabada por la misma app y después enviada a un dominio de terceros, afiliado a la compañía de análisis Appsee. La grabación enviada contenía la captura de pantalla en la que los usuarios ingresan su código postal para la entrega.
Asimismo, la firma de análisis publicó la información recibida en su web y acusó a GoPuff por no ser claro con sus usuarios, dado que Appsee tenía acceso a sus datos personales.
Asimismo, el portal Vice avivó la polémica con el artículo “Yourphone is listening and it’s not paranoia” (Tu teléfono está escuchando y no es paranoia) en el que autor concluyó que después de experimentar cinco días hablando de “volver a la universidad” y “necesitar camisas baratas” frente a su teléfono, posteriormente vio anuncios de camisetas y clases universitarias en Facebook.