
Es indudable que el estilo del técnico español Juan Manuel Lillo aún no convence a gran parte de la hinchada de Nacional y que ante Millonarios primaron más las individualidades que el juego de conjunto para vencer al club capitalino 3-2.
Incluso, el estratega fue sincero y en la rueda de prensa dijo que Nacional, bajo su dirección técnica, nunca había jugado tan mal como sucedió en ese encuentro.
Ese funcionamiento ha mermado la asistencia al estadio Atanasio Girardot, que pasó de un promedio de 30.295 en 2016 a 20.000 en este segundo semestre de 2017.
Por eso esta noche Lillo y sus dirigidos tendrán una nueva oportunidad de agradar a los hinchas, que ya no se transan solo con el resultado, sino que exigen una manera de juego acorde a la historia de Atlético Nacional.
El verde visita al Pasto, desde las 7:30 p.m., por el duelo aplazado de la fecha 11 de la Liga Águila-2. El compromiso de buen juego no es solo del entrenador sino también de jugadores, que están lejos de su nivel habitual.
“Vamos a jugar bien porque nos agrada la idea del cuerpo técnico”, esa frase se ha vuelto recurrente en las ruedas de prensa del club antioqueño, pero no se ha podido plasmar en la cancha.
El verde acumula tres victorias consecutivas sobre el Pasto y, la última vez que lo visitó (28 de mayo de 2016), lo venció 0-2 con un doblete de Daniel Bocanegra, quien fue descartado para este partido por un golpe en la rodilla.
Tampoco estarán con el verde Carlos Cuesta, Alexis Henríquez, Aldo Leao y el goleador Dayro Moreno, que terminó con una molestia física tras el encuentro con Millonarios y no alcanzó a recuperarse. Esos jugadores fueron reemplazados en la convocatoria por Hádier Borja, Esequiel Palomeque, Diego Arias, Edwin Valencia y Gustavo Torres.
Las realidades de ambos equipos son opuestas. Nacional requiere de 10 puntos de 27 posibles para asegurarse entre los ocho sin depender de terceros. En cambio Pasto lucha por alejarse del fondo de la tabla y se aferra a una mínima opción de clasificación.
Reto crucial para el verde, que si no mejora su forma de juego seguirá alejando a una hinchada que se acostumbró a que el equipo juegue bien y gane, situaciones difíciles de conjugar, pero necesarias para el paladar de la afición.
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