Celebra tres décadas de carrera con un álbum conmemorativo presentado en vísperas de carnavales.
La primera canción que los colombianos oyeron del Checo Acosta fue lo que él llama “un éxito cachaco que ni sonó ni sonará en Barranquilla”. El título, Mi pequeña Nathaly, lo puso a sonar en emisoras del interior de Colombia, mientras que en su tierra costeña, la canción que oían era Morenita caribeña. Fueron éxitos simultáneos, cuando era conocido más con el nombre de Alci Acosta jr., hijo del reconocido bolerista soledeño.
Han pasado tres décadas. No hay fiesta, bien sea de empresa, quince años, Navidad, o discoteca en el país que deje por fuera de su ‘hora loca’ las ‘checumbias’ o el Chemapalé del Checo Acosta. Tanto tiempo vigente, al frente de un grupo musical que oscila entre los 18 y los 22 integrantes.
Fue difícil para él hacer la selección de canciones que marcaron su carrera y se incluyen en su álbum conmemorativo. Cuenta que ha superado las 300 grabaciones; de esas, cien han tenido buena difusión y, según sus cuentas, 10 han sido éxitos fuertes
¿Por qué dice que ‘Nathaly’ es un disco cachaco?
Porque es un chucuchucu, un estilo de música que en Barranquilla no pega. Grabé Nathaly porque en esa época (1986) esa música estaba de moda, con Pastor López, Nelson Henríquez, Rodolfo Aicardi. Mi productor me dijo que el timbre mío encajaba en esa música. Entonces hice varias raspitas que pegaron. En cada CD meto una o dos. Empecé con raspa y caribeño, después hice salsa y después me metí con el folclor.
Pero, nunca se casó con un ritmo…
He hecho de todo, pero estoy encasillado con el folclor. Después de esas primeras canciones vino Llorarás, llorarás. La gente decía: “Ese pelao pegó, qué suerte de principiante”, y resulta que al año siguiente volví y pegué más; fue cuando quise grabar un bolero: Te quiero. Fue la canción que me llevó a Estados Unidos, a Venezuela, a Ecuador. Esa canción se reactiva en el día del amor y la amistad, y cuando la gente está enamorada y la busca en YouTube encuentra con el mismo título una de José Luis Perales y la mía. Hay otra de Los Embajadores Vallenatos, pero es otro cuento.
eltiempo.com