“Molly era la pequeña de tres hermanas. Tenía 14 años y era una adolescente normal. Era entusiasta. Esa noche acabó los deberes y preparó la mochila para ir a la escuela. Cuando nos despertamos a la mañana siguiente, estaba muerta”.

A Ian Russell se le quiebra la voz. Es el padre de Molly, una chica inglesa de 14 años que se suicidó en 2017.

“Es muy triste. En solo un instante te das cuenta de que tu vida nunca volverá a ser igual“, explica.

“Molly dejó notas. Tenemos suerte de tener notas suyas después de que muriera, porque intentó explicarnos cómo se sentía”, cuenta.

“Algunas de las notas decían: ‘Soy el problema de la vida de todos. Los quiero a todos. Sean fuertes. Estoy orgullosa de ustedes”.

Tras su muerte, la familia indagó en las cuentas de las redes sociales que Molly seguía, y encontró contenido sobre la depresión y las autolesiones.

“No tengo ninguna duda de que Instagram ayudó a matar a mi hija”, denuncia Russell ahora.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2016 se suicidaron en todo el mundo más de 200.000 personas de entre 10 y 29 años.

“Mi hija tenía mucho por ofrecer. Y todo se esfumó. Tenemos que aceptarlo. Lo duro es que todo se esfumó con la ayuda de internet y las redes sociales”.

El contenido de las redes sociales

El padre explica que decidieron investigar las redes sociales en las que Molly tenía cuenta.

“Me acuerdo de encontrar un dibujo con una leyenda: ‘Este mundo es muy cruel, ya no quiero verlo más'”, explica.

“Había cuentas de gente que estaba deprimida, que se autolesionaba o que se planteaba el suicidio. Molly había accedido a muchos contenidos parecidos”, añade.

Ian afirma que una parte de los materiales eran positivos, de grupos de personas que intentaban ayudarse entre ellas, mantener una actitud positiva y dejar de autolesionarse.

Pero explica: “Otra parte del contenido es estremecedor, anima a autolesionarse y relaciona las autolesiones con el suicidio”.

La BBC buscó en Instagram el contenido que aparecía con el “hashtag” (etiqueta) de “selfharm” (autolesión, en inglés) y encontró imágenes muy explícitas de los usuarios.

Además, los “hashtags” ayudan a encontrar más contenido similar.

El contenido con la etiqueta de “depression” (depresión) conduce a material lúgubre, como videos sobre suicidios.

“Las publicaciones de estas cuentas suelen ser en blanco y negro. Son fatalistas, no dejan lugar a la esperanza. Es como decir: únete al grupo. Tú estás deprimido, yo también, somos muchos”, explica el padre de Molly.

“No nos podíamos imaginar que este tipo de contenido pudiera estar en una plataforma como Instagram. Y todavía está ahí, es muy fácil de encontrar, no está escondido. Está disponible”, añade.

bbc.com

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